Tainã Rocha
Según los manuales de psiquiatría, los trastornos alimentarios son desviaciones en la conducta alimentaria que conducen a problemas de salud. La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa son los principales trastornos alimentarios. La primera se caracteriza por una pérdida de peso excesiva e intencionada, acompañada de una alteración de la autoimagen, y la segunda se caracteriza por una ingesta compulsiva de alimentos seguida de una conducta compensatoria para evitar el aumento de peso (CORDÁS, 2004) .
Estos síntomas afectan principalmente a las mujeres jóvenes y tienen una prevalencia importante en la población general, especialmente dentro de la cultura occidental. Se observa que, según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, la prevalencia de anorexia varía del 0,3 al 3,7% y la prevalencia de la bulimia ronda el 1,1 al 4%, ambos en la población femenina joven. Los hombres se ven afectados en proporciones menores (1:10). En esta población, la bulimia también es más frecuente que la anorexia.
El hambre es una de las necesidades fisiológicas básicas del ser humano, y para satisfacerla necesitamos alimentos. El apetito no está relacionado con una necesidad orgánica, sino con las ganas de comer algo, por lo que es subjetivo. Así, comer implica más que la necesidad del cuerpo de mantenerse en funcionamiento, también está vinculado a un sistema simbólico, con significados asignados. De aquí podemos extraer una pregunta importante: ¿qué rechazan estos sujetos cuando deciden comer nada?
Analizando la infancia de estos sujetos, Rio (2008) afirma que está marcada por conflictos “ligados a la ingesta forzada de alimentos, o una dinámica similar en el ámbito afectivo, lo que denota que el rechazo es un rechazo para hacerse sujeto, en un intento de inscribir el derecho a negar la comida o de comer nada y, principalmente, a negar lo que se desea, pero no se ofreció convenientemente” (p. 10). Si por un lado lo que se demanda es amor, por otro lado se responde con objetos que tapan lo que falta, en un intento de anular la falta y reprimir el vacío. Sin embargo, la demanda de amor aún existe y muestra que no se puede satisfacer de esta manera. El síntoma surge para mostrar que el vacío no se puede llenar incorporando objetos.
La pulsión impulsa a comer, no la comida, sino el vacío. En la anorexia, el “comer nada” demuestra la identificación con el vacío y en la bulimia, “vaciar el cuerpo” en sus episodios compensatorios muestra que el objeto comida no puede llenar ese vacío. Por veces hay una ingesta compulsiva de comida en un intento de incorporar el objeto, como si fuera capaz de apaciguar la angustia, pero llenarse trae aún más sufrimiento y culpa, lo que lleva a purgar lo que no vino de modo adecuado y deseado (Rio, 2008, p. 11). Si ante cualquier demanda, el Otro primordial responde dando, ofreciendo la "papilla que asfixia" y confundiendo "su cuidado con el don de su amor" (Ferrari, 2004, p. 107), se obstaculiza el camino al deseo. Decir no a lo que ofrece el Otro es una forma de restablecer la falta. Como la anoréxica estructuralmente no puede mediar sus conflictos a través del orden simbólico, termina rompiendo con el Otro al negarse a comer y con eso pagando un alto precio: la angustia y la muerte.
La problemática de la relación con el otro que se encuentra en los trastornos alimentarios nos lleva a cuestiones relacionadas con la autoimagen. Sabemos que es a través de la mirada del Otro que el sujeto sabe quién es y se constituye. El registro que tenemos de nuestro cuerpo se perfila en la relación con el Otro, se compone de marcas e inscripciones de nuestras vivencias y relaciones afectivas. En los síntomas anoréxicos y bulímicos encontramos una gran preocupación por el peso, el deseo de alcanzar un determinado ideal y una distorsión de la imagen, de la realidad de ese cuerpo. Recalcati (2004) apud Campos (2008) expone que en estos casos el sujeto no encontró en el espejo la mirada de apoyo del Otro, sino la descalificación del superyoica. De ese modo, este encuentro "con la propia imagen especular en la experiencia anoréxico-bulímica se convierte en la reedición de la experiencia devastadora en sí misma" (p. 92). Es decir, en la anorexia y bulimia tenemos un cuerpo descalificado y poco investido libidinalmente. Como consecuencia de esto, observaremos una dificultad en percibirse, en reconocerse como sujeto diferenciado, y una búsqueda de corresponder a la imagen ideal reflejada en la mirada del Otro. Esto se traduce en la exclusión de la sexualidad, ya que todo su interés se dirige a la propia imagen y la búsqueda de encarnar el yo ideal, lo que significa que no hay lugar para un tercero. Para llegar a ese cuerpo ideal, ejerce un control total sobre sí mismo, contando calorías, peso, etc.
Ese Otro que impone la sentencia de que debemos estar siempre llenos, siempre plenos, satisfechos, también pasa por lo cultural. En la actualidad, aparece de modo acentuado un cierto desamparo ante la angustia, ante lo cual el sujeto moderno busca objetos sustitutivos que den la sensación de seguridad, control y placer. Los síntomas contemporáneos como la adicción, la anorexia y la bulimia son intentos de manejar el malestar que se encuentra en la civilización. Si antes el vínculo social incluía al otro, hoy ya no incluye tanto. Tenemos individuos solitarios, aislados con sus objetos, alimentando la ilusión de que es posible haber goce sin pérdida. Lo que se puede consumir, ya sea un producto, una sustancia o un cuerpo flaco, se convierte en la gran pareja de estos sujetos-consumidores. En esta modalidad sintomática, lo que se repite es una forma de satisfacción que implica un gran costo. Podemos pensar en los impactos que produce sobre las subjetividades esta forma de vinculación, en la que transformamos todo en un objeto para ser consumido hasta su consumación. Los trastornos alimentarios apuntan a un cuerpo que es tanto el consumidor como el objeto a ser consumido/consumado.
Referências:
CAMPOS, Tatiana Silvera Porto. A clínica psicanalítica na contemporaneidade. 2008. 104 f. Dissertação. Mestrado Profissional em Psicanálise, Saúde e Sociedade. Universidade Veiga de Almeida.
CORDÁS, Táki Athanássios. Transtornos alimentares: classificação e diagnóstico. Rev. Psiq. Clin. 31 (4); 154-157, 2004.
FERRARI, Ilka Franco. Anorexia: forma de dizer que o desejo é o motor da vida. Pulsional rev. psicanál;17(177):102-110, mar. 2004.
RIO, Cláudio. A recusa da mulher: a anorexia na estrutura histérica. 2008. Disponível em <http://www.psicologia.com.pt/artigos/textos/A0420.pdf> Acesso em: 15/05/2010.
Comments